LA FORMA DE TRABAJAR MINDFULNESS EN LA PRÁCTICA DE ATENCIÓN PLENA ES SIEMPRE MEDIANTE TRES COMPONENTES: DETENTE, OBSERVA, VUELVE.
Detente: paramos nuestra actividad de forma intencional, para centrarnos en la instrucción que hemos decidido llevar a cabo, el objeto de atención.
Observa: estoy ahí, presente en el objeto de mi atención, descubriendo, con mente de principiante, sin juzgar, aceptando lo que se presenta…etc. Pero, mi mente se despista y empiezo a divagar con múltiples pensamientos, así que cuando me doy cuenta…
Vuelve: amablemente, vuelvo al objeto de mi atención. Para realizar este paso en mindfulness se utiliza el anclar la mente para que no salte, de un tema a otro ya que al final nos causa sufrimiento.
La meditación, como principal forma de trabajar, para el desarrollo del mindfulness, la podemos realizar de manera formal cómo nos enseña la tradicción budista, sentados en la llamada postura de Buda, o acostados, estirados sobre una superficie en la que nos encontremos cómodos/as el suelo u otros, sentados en una silla, etc. o de manera informal, qué es focalizar nuestra atención y de forma intencionada en cualquier actividad que estemos llevando a cabo en ese momento, me estoy duchando, estoy conduciendo, fregando los platos, viendo un atardecer…cualquier objeto de nuestra vida cotidiana al que intencionadamente le pongamos atención, ese objeto será nuestra instrucción y lo atenderemos con las actitudes descritas, sin juicios, con mente de principiante, aceptando lo que es en el momento presente…etc
Pero como la mente está continuamente pasando de un tema a otro de forma natural, y eso es agotador necesitaremos un ancla, esta proporciona un lugar neutral y firme, va serenando la mente. Y el ancla más común para la mente es la respiración (Germer K. 2013, p. 71), también podemos optar por otros anclajes, como sentir las manos en el regazo, o el suelo debajo de nuestros pies, sentir la zona del corazón, o la ropa en nuestra piel…etc.
LA RESPIRACIÓN va a ser nuestro anclaje más importante, ya que está ahí con nosotros siempre, cada vez que nos damos cuenta que la mente está divagando, nos anclamos en la respiración, prestamos atención a la forma en la que estamos respirando de forma natural y una vez centrada la mente podemos volver al objeto de nuestra atención. Esto produce calma y va serenando la mente.